Emocionario: FRUSTRACIÓN

En la última sesión del Proyecto Emocionario tratamos la decepción. Hoy vamos a ir más allá, abordando la frustración.



Esta semana nos encontrábamos ante una de esas ilustraciones que yo percibía como complicada de adivinar por parte de mis alumnos. A estas alturas del proyecto, hemos visto muchísimas ilustraciones. Algunas de ellas han sido clarísimas. ¡Acertaron a la primera sin dudarlo! Otras las adivinaron con facilidad simplemente con alguna ayudita. Pero otras ha resultado realmente complicado, a veces por la falta de vocabulario de mis alumnos, otras por la dificultad que implicaba ilustrar la emoción. Muchas veces, por la combinación de ambos factores. Así que después de los intentos de Eric (furia), Claudia (envidia) y David (desilusión), leí a mis alumnos la primera frase del emocionario, a modo de pista:

"Es el malestar y el enfado que se producen cuando no consigues lo que te proponías o esperabas". Automáticamente lo relacionamos con la decepción que habíamos visto la semana pasada, pero les dije que la clave estaba en la primera parte de la frase, en el malestar y el enfado que sentíamos. Tras varios intentos más, y viendo que no lo iban a adivinar, les dije que se trataba de la frustración

La frustración es una respuesta emocional que está relacionada con la ira y la decepción, y que surge cuando percibimos resistencia al cumplimiento de nuestra voluntad. Cuanto mayor es la obstrucción y la voluntad, mayor será la frustración.

Ante una misma situación, hay quienes se frustran y quienes aprovechan la situación como una oportunidad de aprendizaje, quienes avanzan, quienes buscan soluciones. Estos últimos despiertan nuestra admiración. Por eso es importante aprender a tolerar la frustración desde pequeñitos, para poder afrontar de manera positiva los problemas y limitaciones que nos encontraremos a lo largo de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que puedan causarnos. Por lo tanto, se trata de una actitud y, como tal, puede trabajarse y desarrollarse.

Algunas veces, los adultos tratamos de evitar el dolor y las frustraciones a los niños. Pretendemos hacerles felices dándole todo lo que desean, evitándoles las situaciones que generan malestar, sobreprotegiéndoles. Sin embargo, se trata de un grave error. Una persona feliz no es aquella que no se equivoca nunca o aquella que siempre consigue todo lo que quiere. Todas las personas cometen errores, y a todas las personas les cuesta conseguir lo que quieren. Es parte de la condición humana. Una persona feliz es aquella que sabe afrontar sus errores, aprende de ellos y sabe superar la frustración de forma constructiva. Si les damos a los niños siempre todo aquello que piden, no estamos favoreciendo su desarrollo integral como persona, no aprenderán a tolerar el malestar que provoca la frustración y a hacer frente a situaciones adversas. En la edad adulta,  deberán enfrentarse a circunstancias tanto de éxito como de fracaso, y si no están acostumbrados,  no tendrán los recursos emocionales necesarios y seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto. 

En líneas generales, los niños que presentan una baja tolerancia a la frustración son más impulsivos e impacientes, tienen rabietas y llanto fácil (buscan satisfacer sus necesidades de forma inmediata),  son exigentes, poco flexibles y con baja capacidad de adaptabilidad, tienden a pensar de forma radical (no hay punto intermedio), son egocéntricos (piensan que todo gira a su alrededor y que lo merecen todo, por lo que perciben cualquier límite como injusto, ya que va contra sus deseos) y más agresivos, y pueden desarrollar con más facilidad cuadros de ansiedad o depresión ante conflictos o dificultades mayores. ¿De verdad podemos pensar que tratando de evitar las frustraciones a los niños serán más felices? ¿Empezamos a ver lo perjudicial que es para los niños no decir nunca "no", no poner normas o no establecer límites infranqueables?

¿Qué podemos hacer para ayudar a los niños a tolerar la frustración?
  • Dejar que el niño haga las cosas por sí solo, no dárselo todo hecho. Permitir que se se tropiece y se levante solo. Y, por supuesto, que vuelva a intentarlo. Enseñarle a ser perseverante le ayudará a comprobar que, siendo constante, puede solucionar muchos de sus problemas.
  • Cambiar la manera de ver los fracasos, convirtiendo la frustración en aprendizaje. Cuando el niño aprende en situaciones conflictivas, será capaz de enfrentarse al problema por sí mismo cuando vuelva a presentarse. Si razonamos con ellos sobre sus errores y fracasos, entendiendo qué ha ocurrido y por qué ha fallado, ganará confianza para enfrentarse la próxima vez, porque sabrá lo que tiene que hacer.
  • Educar en el esfuerzo marcando objetivos realistas. Los niños han de aprender que para conseguir ciertas cosas es necesario esforzarse, por tanto hay que hacerles ver que el esfuerzo es una herramienta básica para superar los propios fracasos. Sin embargo, no hay que exigirles nunca que se enfrenten a situaciones que, por su edad o madurez, sean incapaces de superar, ya que conseguiremos el efecto contrario (pensarán que el esfuerzo no sirve para nada).
  • No ceder ante las rabietas. Cuando los niños sienten frustración, suelen reaccionar con rabia. Si cedemos ante ella, aprenderán que esa es la forma más efectiva de solucionar los problemas.
  • Dar ejemplo. ¿Acaso hay alguna situación en que el ejemplo no funcione? Los niños aprenden e imitan lo que ven. Nuestra actitud positiva a la hora de afrontar las situaciones adversas y nuestro esfuerzo ante las dificultades, es el mejor ejemplo para que los niños aprendan a solventar sus problemas.

En resumen, no debemos olvidar que la frustración forma parte de la vida. No podemos evitarla, pero sí aprender a manejarla y superarla, ya que aprender a tolerar la frustración facilita que nos enfrentemos con éxito a la vida.

¿Y qué experiencias tienen mis alumnos con la frustración? Muchos me contaron situaciones muy similares a las de la anterior sesión, cuando hablamos de la decepción, ya que hemos visto que están muy relacionadas. Por eso, en este caso, insistí mucho en analizar cuáles fueron sus reacciones ante estas situaciones de insatisfacción. ¿Pudieron sobrellevarlas de manera efectiva o reaccionaron de manera impulsiva? Algunos de ellos pudieron ver lo poco efectiva que resultó su reacción desmesurada. Y analizada así, todos juntos, "a toro pasado" y SIEMPRE con sentido del humor (nunca humillando ni juzgando la reacción de nadie), creo que fue de lo más productivo.
  • Ares: "Hoy mi madre me dijo que íbamos a ir a la piscina y luego me dijo que no. Y me sentí frustrado". "¿Y entonces tú qué hiciste? ¿Cómo reaccionaste?", le pregunté. "Busqué una solución: ir otro día", me contestó. "¿Y esta situación te provocó mucho enfado?", le seguí preguntado. "No mucho", me respondió. Pues fenomenal. En este caso has sabido demostrar que has sido perfectamente capaz de manejar la frustración positivamente. ¡Enhorabuena!
  • Keyla se sintió frustrada "cuando el viernes mi madre me dijo si quieres te puedes ir con una amiga de gimnasia y luego me dijo que no". Cuando le pregunté sobre su reacción, me contestó: "Como Ares". Genial, buen manejo de la situación.
  • Claudia sintió frustración "cuando íbamos a la feria mi papá, mi mamá y mi hermana. Después de montar en la noria, vi una atracción con aviones pequeños y globos de colores. Mi madre me dijo que íbamos a ir y al final no". Entonces le pregunté por su reacción, y me contestó: "Le dije a mi madre que fuéramos otro día". Otra que lidia divinamente con la frustración ;-)
  • Lola se sintió frustrada "un día, quería ir a casa de una amiga y me dijo mi madre que no. Me había prometido que iríamos, pero se hizo tarde". "¿Y qué hiciste entonces?", le pregunté. "La entendí", me respondió. ¡Menudo ejemplo nos están ofreciendo mis alumnos!
  • Adrián sintió frustración "cuando íbamos a ir al chalet. Se fue el sol y empezó a llover y me enfadé". "¿Y cuál fue tu reacción?", le pregunté. "Di un portazo", me contestó, "y me di un chichón", añadió. Tengo que reconocer que con esta situación nos reímos todos, incluido Adrián. Recapitulemos... El tiempo te fastidió los planes. Vaya... ¿Y acaso podemos hacer algo para controlar el tiempo? ¿Está en nuestras manos impedir que llueva? Mmmmmm, creo que no. Así que, como se te chafan los planes (por un imprevisto que no es culpa de nadie), te frustras a lo "ahora me enfado y no respiro", das un portazo (por lo que me contaste, a la puerta no le pasó nada, pero si hubiera sufrido algún desperfecto, encima habría que pagarlo) y para colmo te llevas un chichón de regalo (si fuera yo, te garantizo que, además, le acompañaría un dolor de cabeza para el resto del día). Muy inteligente, ¿verdad? Adrián reía dándose cuenta de lo absurdo de la situación. Creo que aprendió que, para la próxima vez, igual sería mejor buscar un plan B (que quién sabe, a lo mejor puede ser hasta más interesante que el primer plan). Eso sí, Adrián nos contó que el enfado no le duró mucho. Eso está bien. Al menos vio que ese camino no le conducía a nada bueno :-)
  • Óscar nos contó que "un día había ido a pasear con mi madre. Pasamos por Disney, habíamos mirado la tienda, vi un helicóptero y no lo conseguí (vamos, que su madre no se lo compró). Me sentí enfadado y mal". Cuando le pregunté por su reacción me dijo: "No hice nada. Me calmé solo". ¡Fantástico, Óscar! A veces nos frustramos cuando no conseguimos lo que deseamos, pero lo importante es que supiste lidiar a la perfección con tus sentimientos. 
  • Biel: "Un día, cuando jugaba a tenis, hicimos una carrera y ganaron los otros. Me frustré, lancé la raqueta al suelo, rebotó y me dio en la frente". Vaya, otra situación de la que aprender. Una vez más, recreamos la situación en clase al detalle, buscando el lado cómico, y nos reímos todos. Tenemos que aprender a que a veces se gana y a veces se pierde. Y no pasa nada. Además, ¿ganaste algo reaccionando así? (aparte de un golpe en la frente). Está claro que no. Este tipo de reacciones sólo pueden acarrear consecuencias negativas: posiblemente a tus adversarios no les guste tu reacción, y te vean como un mal perdedor. Quizás, en el peor de los casos, no quieran jugar contigo la próxima vez. La raqueta se podría haber roto, por lo que estarías tirando dinero a la basura. Y, como Adrián, resulta que encima te llevas un golpe, en este caso sin graves consecuencias. Pero ¿y si las hubiera? ¿Y si te hubieras hecho un corte y te hubiese quedado una cicatriz para siempre? Sería una pena, ¿verdad? Un desmesurado recuerdo de que este tipo de reacciones no son buena idea. Por cierto, el ejemplo de Biel es claro para tener en cuenta que el inadecuado manejo de la frustración no es sólo cosa de niños, ¿verdad? Que levante la mano quien recuerde a algún jugador de tenis lanzar violentamente la raqueta ante una derrota...
  • Carlos G. se sintió frustrado "cuando el profesor de Vela Portals me dijo que íbamos a salir en Ludic y al final salimos en Optimist". Cuando le pregunté por su reacción, nos dijo: "Me controlé". ¡Chapeau!
  • Teo nos contó que "un día, en Bulgaria, cuando quería ir a correr con mi primo, no pude y me frustré". "Y entonces ¿qué hiciste?", le pregunté. "Busqué una solución: fui a buscar huevos", me contestó. Otro magnífico ejemplo de cómo buscar, de manera sana y tranquila, una alternativa cuando se nos chafa el plan previsto. ¡Muy bien, Teo!
  • Marc: "Un día, cuando estaba dibujando, mi hermana vino y me quería enseñar algo. Me quería dar un regalo, me movió el brazo y me hizo una raya en el dibujo. Y me frustré". "¿Y cuál fue tu reacción?", le pregunté. "Me enfadé con ella, le quité el regalo a la fuerza, ella me lo volvió a quitar y yo me enfadé mucho más. Estuve a punto de pegarle". Bueno, menos mal que, a pesar de que tu reacción no fue ejemplar, pudiste controlarte lo suficiente como para no pegarle. Pero fíjate. ¡Tu hermana vino a darte un regalo! Vale, te movió el brazo y te salió una raya en el dibujo, pero fue un accidente. Piensa en cómo se debió sentir. Viene con toda su ilusión a enseñarte algo (un regalo para ti) y se lleva un enfado por tu parte, que le arranques el regalo a la fuerza y casi un golpe. Cuando analizamos las situaciones en frío, somos conscientes de lo absurdas o injustas que pueden resultar a veces. Estoy segura de que la próxima vez, en una situación similar, pensarás antes de tener una reacción tan impulsiva. ¡Respirar hondo puede servirte de ayuda para controlarte!
  • Marco sintió frustración "en un partido, cuando estaba jugando e iba a chutar a portería, me torcí el pie. Le di una patada al césped y me lo torcí más". No hizo falta analizar demasiado. Después de las experiencias de Adrián y Biel, Marco ya tenía claro que descargar la ira de esa manera era contraproducente :-)
  • Toni se frustró "cuando mi madre que dijo que íbamos a McDonald's, luego me dijo que no". Cuando le pregunté por su reacción, me dijo: "Me enfadé". O sea, que te quedaste sin ir a McDonald's y tuviste, como se dice popularmente, dos trabajos: enfadarte y desenfadarte. Quizás dialogar con mamá sobre los motivos por los que no fuisteis a McDonald's y buscar una alternativa, o llegar a un acuerdo para compensarlo, o decidir juntos ir otro día, hubiese sido más productivo :-)

¿Y vosotros? ¿Cómo manejáis la frustración? No es fácil, ¿verdad? Yo tengo que reconocer que siempre me ha sentado bastante mal que se me tuerzan los planes, aunque creo que es por cierta rigidez mental o por mi vena súper planificadora. Cuando tengo algo en mente, ¡me cuesta mucho que se me rompan los esquemas! Eso sí, intento no proyectar mi frustración hacia los que me rodean. "Me enfado y no respiro" yo solita y espero a que mi mente se vaya abriendo hacia nuevos horizontes. Afortunadamente, se me pasa rápido (cada vez más, parece que voy mejorando con la edad), aunque lo ideal sería que no llegara a sentirme mal. ¡Espero algún día llegar a conseguirlo!

En breve, ¡una nueva emoción!

*Aunque yo no voy a utilizar las fichas de actividades porque mis alumnos son muy pequeños, aquellos que trabajéis el emocionario con niños de más edad, disponéis de unas fichas de trabajo preparadas para realizar después de cada emoción. Aquí podéis descargar la ficha de la frustración.



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2 comentarios

  1. ¡Qué interesante! Gracias por compartir tu experiencia trabajando las emociones en el aula, me parece muy útil. Soy una profe novata y me interesa muchísimo este tema, gracias.

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