Emocionario: DECEPCIÓN

Continuamos avanzando en el Proyecto Emocionario, y hoy vamos a tratar la decepción.




Tras observar la imagen, mis alumnos se percataron enseguida del semblante del zorro. ¡Vaya, no parecía muy contento! Estuvimos imaginándonos la historia que se escondía tras la ilustración. Visualizamos al zorro construyendo ese barco pieza a pieza, con mimo, dedicación e ilusión. Compartimos su alegría al ver su proyecto terminado. ¡Por fin había conseguido acabar su precioso barco y era perfecto! ¡Estaba listo para navegar! Acompañamos al zorro en su camino al río, y sentimos su entusiasmo porque estaba a punto de poner la guinda a tanto tiempo invertido en su maqueta, y al llegar al río... ¡Oh, no! Estaba seco :-(

No era difícil imaginar cómo se sentía el zorro. Seguro que muy bien, no. Eso lo teníamos claro. Lola preguntó si se sentía desesperado. Pablo S. planteó si lo que sentía era tristeza. Keyla pensó que se sentía solo. Y entonces Biel dio en el clavo: sentía decepción.

La decepción es un sentimiento de insatisfacción que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona. Se forma al unir dos emociones primarias: la sorpresa (o asombro) y la pena (o tristeza).

Dicho de otra manera, el emocionario nos cuenta que la decepción es el pesar que te invade al saber que lo que tú creías no es verdad, o al desmoronarse las esperanzas que habías puesto en algo o en alguien.

¿Es posible no decepcionarse nunca? Es prácticamente imposible, puesto que si puedes sorprenderte, puedes decepcionarte. Ambas emociones implican que algo no es como pensábamos o creíamos, pero en el caso de la decepción, ese desajuste nos contraría. Sin embargo, hay que conseguir que esas experiencias decepcionantes nos sirvan como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento, ya que una decepción que perdura, es un desencadenante de la frustración. En el caso del zorro, nadie le quita la decepción de no poder hacer navegar su barquito, pero ¿qué puede hacer? Para empezar, podría echar una mano a las ranas, ¿verdad? Es algo que no estaba previsto, pero también puede ser una experiencia inolvidable. Y en otro momento su barco navegará. Es, simplemente, un ejemplo, como podría haber sido cualquier otra alternativa. Lo que está claro es que fruncir el ceño, dar una patada, decir palabrotas o lanzar el barco al suelo no aporta nada positivo. Por tanto, una vez más, vemos que el sentimiento no es bueno ni malo (la decepción va a estar ahí en muchas ocasiones), pero sí puede serlo nuestra reacción.

Entonces hablamos en clase de nuestras experiencias con la decepción. ¿Y qué puede haber decepcionado a niños de 6 y 7 años? Pues ninguno me habló de decepciones amorosas, ni de expectativas laborales que no se cumplen... La mayoría de ellos hablaron de sus padres, de cosas que habían dicho y luego no cumplieron. Así que ¡ojito con el tema! Aunque después de sus comentarios, hablaré sobre ello:

  • Marc sintió decepción "cuando tenía 6 años (ahora tiene 7, jeje) mi madre me había dicho que tenía una sorpresa para mí. Y yo había mirado donde siempre guarda las sorpresas y me había dicho una mentira". Vaya... Le hice pensar a Marc ¿y si esa sorpresa no era lo que él esperaba? ¿y si esa sorpresa no era nada material, y por eso no estaba en el "escondite" de las sorpresas? No sé si le convencí. ¡Mamá de Marc! ¡Cambia el escondite de las sorpresas, que Marc te ha cazado!
  • Teo se decepcionó "un día, cuando mi madre me dijo que un amigo iba a venir a mi casa y al final no vino". Ya, es que a veces las cosas no salen como estaban previstas. Tu amigo pudo no haber asistido a la cita por múltiples circunstancias.
  • Carlos G. sintió decepción "cuando me trajeron un regalo los Reyes y le estábamos poniendo las pilas y no funcionaba". Claro, esperabas ese regalo con mucha ilusión y ver que no funcionaba te decepcionó. Es lógico, pero seguro que tuvo solución :-)
  • Óscar se decepcionó "cuando yo un día pasé las navidades en Mallorca (y no en su querido Xuño) y los Reyes me trajeron un regalo y pensaba que me iban a traer la casa de Bob Esponja". Caso claro de no ver cumplidas tus expectativas... pero claro, no siempre podemos conseguir todo lo que deseamos.
  • Keyla sintió decepción "cuando iba a comer pizza y al final no". 
  • Ares se decepcionó "cuando mi madre me prometió ir a comer un kebab y al final no me llevó". A la mayoría les repetía lo mismo: a veces las cosas no salen como uno esperaba, por múltiples motivos.
  • David se decepcionó "cuando mi madre me dijo que íbamos a pasear a mi perro y después no lo paseamos".
  • Marco sintió decepción "cuando Papá Noel me trajo un juego de la wii, lo probé y no funcionaba".
  • Claudia se decepcionó "cuando fui a casa de mi primo en Alcudia con mis abuelos. Íbamos a la playa, pero después mi hermana y mi primo pequeño se habían portado mal y mi tía se enfadó mucho, y al final no fuimos a la playa". 
  • Giulia sintió decepción "cuando un día mi madre me dijo que iba a ir a casa de una amiga y al final no pude ir porque se hizo tarde".
  • Bruno sintió decepción "cuando mi primo me dijo que me iba a dejar jugar con su PSP y al final no me dejó".
  • Biel se decepcionó "un día, el año pasado, por Papá Noel pedí una wii y me trajo otra cosa".
  • Joshua sintió decepción "un día, mi papá me prometió ir al parque y no fuimos".
  • Pablo S. se decepcionó "un día, cuando estaba de vacaciones, mi padre me prometió que me iba a comprar el coche de las tortugas ninja y no me lo compró".
  • Luis sintió decepción "un día cuando mi madre me dijo que íbamos a la playa y después no fuimos".
  • Nico se decepcionó "cuando mi madre me prometió un día que me iba a comprar un juguete, no me lo compró".
  • Carlos S. sintió decepción "un día, en las vacaciones de verano, mi madre me dijo que nos iríamos a Madrid y no fuimos".
  • Lola se decepcionó "un día, mi padre me dijo que iríamos a Porto Pi y no fuimos".
Oigo que un alumno resopla y dice: "Otra mentira..."
  • Toni sintió decepción "un día, cuando mi padre me dijo que iba a pasear a mi perro y al final no fuimos".
  • Eric se decepcionó "cuando yo jugaba a fútbol y me borraron de fútbol". ¿Y tú no querías dejar la actividad? ¿Hablaste con tus padres de los motivos?
  • Adrián sintió decepción "cuando creía que íbamos a ganar un partido y lo perdimos". Bueno, algo diferente. Es lógico sentir decepción ante la derrota, pero siempre hay que valorar otras cosas: el esfuerzo de los jugadores (¿el equipo lo dio todo y perdió? ¡No pasa nada, el otro lo hizo mejor o tuvo más suerte!), la estrategia de juego (¿cometimos algún error del que podemos aprender para jugar mejor la próxima vez?), toda la diversión que acompaña al partido...
  • Haizea se decepcionó "cuando mi madre me hizo probar la coliflor y me dijo que era pescado".  ¡No pude evitar reírme a carcajadas! Casi lloro y todo porque me sentí totalmente identificada, ¡mi madre me hizo lo mismo! Creo que me pasé años comiendo coliflor rebozada mientras mi madre me hacía creer que era otra cosa (no recuerdo si buñuelos de pescado o algo así). Un día, abriendo un poco el rebozado, vi una especie de tronquito y lo descubrí todo. ¡Me sentí totalmente engañada y traicionada! ¡Ya sabía yo que ese pescado sabía raro!

En fin, ¿cómo os quedáis después de leer sus experiencias? Me pasé toda la sesión justificando sus decepciones y repitiendo que, en muchas ocasiones, las cosas no salen como estaban previstas. Y la mayoría de esas veces no es culpa de nadie. Sin embargo, creo que tenemos que llevar cuidado con lo que decimos a los niños. A la vista está que para ellos somos su mayor referente, tenemos casi la verdad absoluta, y cuando decimos algo y luego no es cierto... pues mirad cómo se quedan.

Por otro lado, no hay que exagerar. Es decir, creo que debemos enseñar a los niños a ser flexibles y a adaptarse a las circunstancias, puesto que la vida está llena de imprevistos, y tenemos que entrenarles a aumentar su tolerancia a la frustración (lo veremos en la siguiente sesión). No obstante, antes de prometer nada, debemos intentar asegurarnos de poder cumplirlo, puesto que si la situación de no cumplir lo que decimos se repite constantemente, pueden perder la confianza en nosotros. Y la confianza, desde mi punto de vista, es sagrada. Cuesta mucho ganarla y puede perderse de un plumazo.

Así que creo que es buena idea pensar bien las cosas antes de decirlas, y en el caso de no poder cumplirlas, tener en cuenta dos aspectos: primero, explicarles por qué no habéis podido cumplirlo, intentando aseguraros de que entienden los motivos; y segundo, ponerse en su lugar, sin minimizar sus sentimientos. A lo mejor para vosotros no tiene importancia que tuviera que venir un amiguito y al final no haya podido ser (o cualquier otro ejemplo de los que han puesto), pero quizás para vuestro hijo era lo más importante en mucho tiempo. Si le decís: "Sé que te hacía mucha ilusión que viniera tu amiguito y entiendo cómo te sientes, pero hoy no ha podido ser (previamente ya habéis hablado de los motivos). ¿Puedo hacer algo para que te sientas mejor?", quizás la situación mejore. En fin, es un ejemplo, se trata de empatizar un poco. Y si no han sido motivos inevitables, sino que habéis metido la pataza (sí, a veces nos pasa, a todos), no dudéis en pedir disculpas. No pasa nada, todo lo contrario, estaréis ofreciendo el modelo correcto a vuestros hijos en caso de equivocarse. Si al final os ha dado pereza cumplir vuestra promesa o habéis dedicado vuestro tiempo a otra cosa, sabiendo que la podíais haber postergado, admitidlo ante vuestros hijos. Decidle que lo sentís, que estabais muy cansados, que os habéis entretenido y no habéis calculado bien... Que en cualquier caso os sabe mal y que intentaréis compensarles. Seguro que os entenderán mucho mejor que si no dais explicaciones, os mostráis autoritarios o minimizáis la situación (¡no es para tanto!). Quizás no podréis evitar que vuestros sientan decepción (al fin y al cabo, las expectativas no se han cumplido), pero sí podréis evitar que sientan que les habéis mentido. En definitiva, que se sientan traicionados.

En breve ¡una nueva emoción!

*Aunque yo no voy a utilizar las fichas de actividades porque mis alumnos son muy pequeños, aquellos que trabajéis el emocionario con niños de más edad, disponéis de unas fichas de trabajo preparadas para realizar después de cada emoción. Aquí podéis descargar la ficha de la decepción.

Aquí si quieres adquirir el libro Emocionario.


CONVERSATION

4 comentarios

  1. Felicidades por este proyecto! Qué suerte esos niños y padres por tenerte como profe, ojalá siempre hubiera dado alguien clases para enseñar a identificar emociones y a saber manejarlas, cuántas "depresiones" ahorradas serían! Besos!

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    1. Hola María,

      Afortunadamente cada vez hay más estudios e investigaciones sobre la importancia de la educación emocional y somos muchos los que queremos "subirnos al carro". Además de depresiones ahorradas, tiene muchos otros beneficios :-)
      Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.

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  2. Me acabo de encontrar con tu web y me encanta este proyecto. Yo estoy ahora con emotionsinmotion.es

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    1. Hola Saray. Acabo de visitar tu proyecto ¡y tiene una pinta genial! Qué maravilla ver cómo nacen nuevos proyectos relacionados con el desarrollo personal y la educación emocional en la infancia. Enhorabuena.

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