Emocionario: TENSIÓN

Esta semana, dentro de nuestro Proyecto Emocionario, hemos trabajado la tensión. Vimos la semana anterior que una irritación muy duradera nos lleva a sentir tensión.

En cuanto a la ilustración, que colgué el lunes en nuestro mural, tengo que decir que les vi muy despistados. Lo cual encuentro más que lógico. No era nada fácil de adivinar. Dos días después, abordamos de lleno la emoción.




Cuando les pregunté qué habían pensado esos días, de qué emoción creían que se trataba, hubo un poco de todo:

- David me habló de la fantasía. Le aclaré que la fantasía no era una emoción. 
- Bruno me preguntó si era la alegría. Y le contesté que no. 
- Nico pensó que se trataba del amor. Le dije que no lo era, y que además el amor ya lo habíamos visto. Y alguien añadió: “¡El amor era el árbol!” 
- Marc preguntó si se trataba de la tristeza. Y le contesté también que no, que no lo era. Y fijaos si les resultaba ambigua la ilustración, que decían emociones opuestas. 
- Carlos S. comentó si era el juego. También le aclaré que el juego no era una emoción, no es algo que se siente. Igual al ver las dos trompas de los animales unidas, pues pensó que se trataba de un juego. 
- Giula apuntó a la pereza. No, Giula, tampoco. ¿Resulta difícil, eh? 
- Lola prenguntó si era la envidia. No, Lola, y recuerdo que también lo dijiste la semana pasada. Mmmmm, la envidia es un sentimiento muy común. ¿Cuándo nos tocará? 
- Claudia dijo si se trataba de la pena. Y algún compañero le respondió que eso ya lo habían dicho, porque era lo mismo que la tristeza. ¡Qué control! 

En fin, viendo que no lo iban a adivinar (lo intuía de antemano) les comuniqué que se trataba de la tensión. Y me miraron como sin saber muy bien de qué iba la historia. De hecho, una vez finalizada la sesión, creo que lo entendieron, más o menos, pero que no es una de las emociones que hayan comprendido mejor. Pienso que, afortunadamente, por su edad, es una emoción que no experimentan demasiado :-)

El emocionario nos explica que algunos llaman a la tensión “estrés” y que nace cuando nos enfrentamos a situaciones que consideramos amenazantes, como llegar a un nuevo colegio o barrio, o no saber la lección cuando el profesor está haciendo preguntas. También comenta que se puede producir tensión cuando hay intereses enfrentados (por ejemplo, si uno desea cantar y el otro desea dormir).

¿Qué sucede cuando te sientes tenso? Pues que estás nervioso, impaciente y pierdes la calma con facilidad. Pero también vimos que si hablas de lo que te genera tensión con alguien en quien confías, experimentas un gran alivio. En este punto incidimos bastante, ya que creo que es fundamental que los niños (y adultos) puedan expresar lo que sienten.

También, para intentar que lo entendieran mejor, les dije que desde mi punto de vista, estar en tensión es lo contrario de estar relajado. Y pusimos un par de ejemplos con los que se murieron de la risa. Comparé el ejemplo que nos da el emocionario, el de llegar por primera vez a un nuevo colegio ("¿cómo será? ¿haré nuevos amigos? ¿me gustará? ¿les gustaré?…") con lo que sienten ellos cada día al llegar a clase (están tranquilos, relajados, puesto que es un ambiente conocido y ya saben lo que se van a encontrar. Y supuestamente tendrían que estar bien a gusto. Si alguien siente tensión una vez adaptados, ¡hay que poner manos a la obra porque algo está pasando!). En fin, que les dije que ellos llegaban a clase “tan panchos”, en contraste con llegar a clase en un ambiente totalmente nuevo. Y esa expresión fue un desencadenante de enormes carcajadas. "¡Tan panchos!" ¡Ja, ja, ja, ja! Vamos, que los tuve a todos riendo un buen rato. 

Después de hablar de la tensión y de poner ejemplos varios, pasamos a compartir momentos de nuestra vida en los que hubiéramos sentido tensión. A rebuscar en nuestras propias experiencias. Y la verdad es que participaron muy poquito, y algunos me demostraron que seguían sin tenerlo muy claro:

  • Adrián siente tensión cuando tiene ganas de hacer pipí y no puede aguantar. En esta ocasión fui yo la que me eché a reír. Y conmigo, muchos de sus compañeros. Y es que no pudo ser más claro. Hasta se puso la mano entre las piernas. Y me pareció un muy ocurrente ejemplo para un niño de su edad. Desde luego, aguantarse el pipí cuando ya no puedes más, es la antítesis de estar relajado. ¡Sí, señor! 
  • Claudia comentó que estaba tensa cuando algo le dolía mucho y temblaba de dolor. Efectivamente así no hay quien se relaje, pero le comenté que ahí lo que predominaba era el dolor físico. 
  • Marc comentó que sentía tensión cuando tiene que ir a casa de unos amigos a los que le encanta visitar y se dice a sí mismo: “¡quiero ir! ¡quiero ir!” porque le gusta mucho. También ahí hay una mezcla de emociones, ya que hay un gran componente de alegría y entusiasmo. Pero bueno, así es el mundo emocional, casi siempre una mezcla de muchas de ellas. Además, el hecho de saber que tiene que ir pero sin que todavía lo esté viviendo, sí puede suponer un momento de tensión e impaciencia. 
  • Toni dijo que sentía tensión cuando jugaba con su primo porque se lo pasa muy bien. Y volvimos un poco a lo mismo que a Marc, sólo que ahí, al ya estar jugando con su primo y pasarlo bien, la tensión quedaba bastante más diluida, no veíamos muy claro si acababa de encajar. 
  • Carlos S. siente tensión cuando su hermano le dice que salte desde la cama. Le pregunté por qué y me contestó que se inquieta porque le da miedo. ¡Es una litera! ¡Ay, madre! Que un día se me lesiona… 
  • Biel comentó que siente tensión cuando hace una carrera y no sabe si va a ganar. ¡Chapeau! 
  • Óscar siente tensión cuando va a la piscina, se pone nervioso porque está un poco alto. 
  • Lola dijo que nunca había sentido tensión. ¡Esta Lola! ¡Si es que es feliz! No conoce la ira, no conoce la tensión… 
  • Teo dijo que siente tensión en el momento de ir a la cama, porque no quiere irse a dormir. 
En fin, podríamos concluir que aunque una suficiente carga de tensión o estrés es buena (no deja de ser la manera en la que el cuerpo se enfrenta a un reto), una sobrecarga no lo es, nadie se beneficia por demasiado estrés. Por ejemplo, sentir un poco de estrés ante un examen, puede motivarte a estudiar más, pero si el estrés es excesivo, puedes tener dificultades para concentrarte en la materia.

Y aunque todos pasamos por momentos de estrés, adultos, adolescentes y niños, son estos últimos los menos afectados generalmente. Por eso creo que quizás es la emoción (de las que hemos trabajado hasta ahora) con la que menos se han sentido identificados. ¡Y que dure!

¡La semana que viene más!

Aunque yo no voy a utilizar las fichas de actividades porque mis alumnos son muy pequeños, aquellos que trabajéis el emocionario con niños de más edad, disponéis de unas fichas de trabajo preparadas para realizar después de cada emoción. Aquí podéis descargar la ficha de la tensión.

Aquí si quieres adquirir el libro Emocionario.


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