Emocionario: PLACER

Abordamos ya la penúltima sesión del Proyecto Emocionario. ¡Me da hasta penita! Tantos meses compartiendo nuestras experiencias con estas sesiones... Pero bueno, todo lo bueno se acaba. Y además, alguna que otra novedad habrá para sacarle todavía más jugo al proyecto.

En cualquier caso, vamos a disfrutarlo hasta el último momento. Hoy vamos a hablar del placer.




Propuesta para explorar la ilustración:

¿Qué animales aparecen? ¿Qué están haciendo?
¿Es fácil hacer lo que hacen estos animales? ¿Qué habilidades se necesitan? ¿Crees que es fácil conseguir hacer a la primera lo que estos animales están haciendo?
¿Disfrutan con lo que hacen? ¿En qué lo notas? ¿Qué expresiones crees que podrían estar diciendo mientras lo hacen?
¿Qué cosas disfrutas tú? ¿Qué es lo que te hace disfrutarlas?


Cuando mis alumnos vieron la ilustración, tuvieron algo claro: se lo estaban pasando pipa. De hecho, Carlos S. preguntó si se trataba de la diversión. Yo le contesté: "Cuando te estás divirtiendo sientes...". Y lo adivinaron: ¡placer!

El placer es la satisfacción y la alegría producidas por algo que nos gusta mucho. Puedes hallar placer en actividades muy diferentes: al fantasear con otros mundos, al mirar cosas bonitas, al resolver problemas difíciles, al jugar, al sentirte amado…

Para sentir placer, debes concentrarte. Un claro ejemplo de ello es uno de los ejercicios más conocidos de la técnica mindfulness, que se realiza con una pasa. Mis alumnos conocen bien este ejercicio :-)

  1. Primero se observa la pasa con detalle. Hay que centrarse en darse cuenta del amplio abanico de colores y tonalidades, de cómo incide la luz en sus pliegues, en su textura rugosa. En lo irregular de sus formas a nuestros ojos. Se trata de captar todo lo que se pueda ver.
  2. Luego, hay que cerrar los ojos y tocar la uva pasa. Pero con mimo. Hacerla bailar entre los dedos, para darse cuenta de su tacto, del nuestro; de cómo se mezcla su piel con la nuestra. 
  3. Después, con los ojos cerrados todavía, nos ponemos la pasa en la boca. No la mordemos, sino que la acariciamos con los dientes primero para luego notar que cae en nuestra lengua, acolchándola.
  4. Ahora exploramos con la lengua, de la misma manera que hemos hecho con los dedos. Lentamente. Sin prisas. Disfrutando de todo lo que una simple e insignificante uva pasa nos puede ofrecer.
  5. Al final, ahora sí, la mordemos. Y somos conscientes de una explosión magnífica que se produce en nuestros sentidos. Percibimos su sabor, cómo se funde y confunde con el nuestro, con la saliva, con el gusto. Tratamos de llenarnos toda la boca con esa mezcla, llegando a todos los rincones.
  6. Solamente entonces nos tragamos la pasa y notamos cómo baja por la garganta, cómo abandona la boca y se integra en nuestro interior.
  7. Una vez finalizado el ejercicio, esperaremos unos segundos para abrir los ojos y celebrar que hemos disfrutado de una pasa, tal vez por primera vez en la vida, en lugar de engullirla. Le hemos sacado todas las posibilidades que tenía para ofrecernos. Eso es lo que ocurre con el presente, que si lo engullimos con las prisas y la falta de atención, no dejamos que nos dé todo lo que tiene para ofrecernos.

Es evidente que sentiremos mucho más placer de esta manera, ¿verdad? Recuerdo una anécdota al final del curso pasado, ya la conté en su día, pero es que me hizo mucha gracia. En clase ya habíamos hablado de esto y practicado mindfulness durante tres meses. Uno de los últimos días de clase, el APA invitó a los niños a un helado. Un alumno, Biel, se me acercó muy satisfecho y orgulloso en el patio y me dijo: "Mira, Elena, estoy tomando el polo como tú dices: ¡saboreándolo mucho!". Y claro, me chocó. Porque a veces pienso que son muy pequeños para muchas cosas que les cuento (soy un poco rollera :-), pero luego veo que cala en ellos mucho más de lo que imagino. Además, habíamos estado preparando nuestro videoclip de Sonrisa, en el que una frase también nos inspira de forma similar: "No quiero que la prisa me obligue a no ver nada". Así que estamos en ello, aprendiendo a encontrar el placer en las pequeñas cosas que hacemos, prestando atención a los detalles.

Llevar una vida placentera nos hace sentirnos agradecidos.

¿Y con qué sienten placer mis alumnos? Pues cuando leáis, veréis que, una vez más, tenemos mucho que aprender de los más pequeños, que disfrutan con las cosas más sencillas. ¡Ya podrían muchos adultos aprender a disfrutar la vida igual!

  • Óscar: “Un día estaba en el piso de arriba en la casa de Xuño, me puse a ver dibujos con mis abuelos y sentí placer”. Hacer algo que te gusta y, además, en compañía de tus abuelos, tiene que ser muy placentero. 
  • Ares: “Nunca he sentido placer”. “No, eso no es posible. ¿Nada?”, le pregunté. “Ahora no se me ocurre nada, pero creo que nunca”, me contestó. “¿Hay algún plato que te guste mucho  comer?”, insistí. “No”, me contestó. “¿Algo que te guste mucho hacer?”, volví a preguntar. “Montar puzzles o legos”. Perfecto, eso puede ser muy placentero. 
  • Carlos S: “Siento placer cuando monto legos, cuando pinto y cuando juego con los Playmobil”.
  • Eric: “Cuando como albóndigas”. Mmmm, ¡qué ricas!
  • Pablo S: “Cuando mi madre me abraza siento placer”. ¡Es que un abrazo es lo más! 
  • Biel: “Cuando como churros con chocolate”. 
  • Adrián: “Lo mismo que Pablo S”. ¡Ay! ¡Esos achuchones de mami!
  • Keyla: “Cuando como canelones”. Sin duda, comer algo que nos gusta ¡nos proporciona mucho placer!
  • Joshua: “Igual que Keyla”. Es que los canelones están en el top 10 de los platos infantiles. ¡También era mi plato preferido cuando era niña! ¡Con mucha bechamel! 
  • Claudia: “Cuando me fui a Aucanada y allí sentí placer porque había un columpio que era como un sillón que se balanceaba y cabían 4 o 5 personas. Y se estaba muy a gustito allí. Sólo bajando 4 o 5 escalones llegas a una puerta y ya mismo ves el mar”. Un balancín frente al mar... ¿Y todavía dudáis de lo maravillosos que son los niños?
  • Teo: “Cuando nos montamos en el columpio de Bulgaria con mi primo, en casa de mis abuelos”. Otra estampa familiar idílica.
  • Luis: “Cuando voy al cine”. ¡Una gran afición!
  • Toni: “Cuando monto un puzzle”. Como algunos compañeros. ¡Y eso requiere mucha atención!
  • Haizea: “Lo mismo que Keyla”. ¡Otro punto para los canelones!
  • Marco: “Lo mismo que Pablo S. y Adri”. Y más abrazos de mamá...
  • Lola: “Cuando me dan besos”. ¡Los besos son tan geniales como los abrazos! 
  • Jaime: “Cuando como tortilla de patata”. 
  • Marc: “Siento placer cuando hago mandalas”. ¡Sí, le hemos cogido el gusto en clase! ¡Nos ayuda a concentrarnos y relajarnos! Y además, quedan preciosas...
  • Pablo C: “Cuando mis padres me dan besos y abrazos”. Claro que sí. ¡Sin renunciar a nada!
  • Carlos G: “Cuando como macarons (pasteles)”. ¡Un sibarita!
  • Giulia: “Cuando un día estaba en un hotel con mi madre, sentí placer en un jacuzzi”. ¡Sí! ¡Otra buena forma de relajarse!
  • Suyay: “Cuando mi mamá me ayuda a recoger”. ¡Jajaja! ¡Claro, así cuesta menos!
  • Nico: “Siento placer cuando como espaguetis”. Otro plato del top 10...
  • Bruno: “Siento placer cuando juego con Luis al fúltbol”. 
  • David: “Cuando mi padre me hace un regalo”. 

¿Qué os parece? ¿Pensáis que disfrutar de las cosas sencillas nos ayuda a ser felices? Porque yo veo a mis niños siempre sonrientes y con las ideas muy claras.

En breve ¡la última emoción!

* Aunque yo no voy a utilizar las fichas de actividades porque mis alumnos son muy pequeños, aquellos que trabajéis el emocionario con niños de más edad, disponéis de unas fichas de trabajo preparadas para realizar después de cada emoción. Aquí podéis descargar la ficha del placer


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